El arte de la sutileza es uno difícil de dominar. No cualquiera logra caminar la estrecha línea que separa lo sutil de lo simplón sin caerse, menos sin tambalearse.
Es todo un reto. Lo sutil implica perspicacia e ingenio, es decir, una sensibilidad muy aguda y de gran alcance que es capaz de identificar los detalles, por mínimos que sean, sabiendo que ellos son los que definen al producto final. Puede sonar un poco confuso –si los detalles son las partes pequeñas, fragmentos, pero su impacto es inversamente proporcional: terminan por definirlo todo. Como dijo el arquitecto Charles Eames, “los detalles no son detalles. Ellos hacen al diseño”.
Así, es con una fina intuición y alto entendimiento que se logra comprender la diferencia entre simple y simplón –momento glorioso cuando entendemos la famosa frase “menos es más”. Y con este conocimiento, nace la capacidad de jugar hasta encontrar el equilibrio deseado. La habilidad para identificar qué depurar, cuáles cosas se quedan y cuáles se van, es muy importante para llegar a este equilibrio, donde juega un papel clave la sensibilidad mencionada anteriormente –un ojo juicioso y de visión afilada. De esta forma, en nuestra semántica estética simple se acerca a minimalista, elegante y simplón a falta total de gracia.
Este juego de aumentar y deducir elementos hasta llegar al punto de equilibrio ha sido dominado por la casa Montblanc. Dentro de su colección Montblanc Star Classique Collection, hay un modelo tan bien logrado que es imposible no enamorarse a primera vista. El Montblanc Star Classique Automatic, un reloj de forma inconfundible: elegante, puro y de una fineza con clase. Su aspecto clásico y refinado refleja delicados matices de la atemporalidad de los básicos. Encarna una expresión sutil de la extravagancia con esos números orgánicos en oro rosa que se presentan jugetones sobre la esfera plateada-blanca.
Además, con su caja particularmente delgada, realza la indicación minimalista del tiempo con el incuestionable arte relojero suizo. El cristal de zafiro anti-reflejante no permite que se ralle. Como último detalle, la correa de piel de caimán marrón exuda ostentosidad –controlada, y se cierra con una hebilla de oro rosa.
Si establecimos que dominar el arte de sutileza es una habilidad que pocos dominan, es por que pocos se han atrevido a intentarlo. Como dijimos, encontrar el equilibrio es el producto de jugar: intentar, probar y atreverse. Y que cada intento sirve para aprender. Coco Chanel dijo una vez que antes de salir de casa, una dama debe verse al espejo y quitarse un accesorio. Ese es un buen primer paso.