“Sentí que ya había visto todas las fotos que eran cool” dijo Doug Abraham, el iconoclasta de Instagram, dónde es más conocido como @bessnyc4. Su galería de fotos empaca un puñetazo al estómago —chocante, excitante, hilarante, terrorífico y que provoca pensamienos, todo de una.
Abraham juega a desafiar expectativas mediante la apropiación. Amalgama fotos de campañas de moda con imágenes que encuentra referencias de cine gore, porno y fetichista y crea collages impactantes, viscerales y explícitos, cargados con un mensaje personal. No apto para los extremadamente sensibles, aparenta recrear los rezagos de pesadillas terribles que reexaminan la nociones contemporáneas de belleza, sexualidad y buen gusto.
El resultado es hipnotizante, pues pone a trabajar al ojo, que intenta darle sentido a este lenguaje colectivo. Abraham explicó: “Porque todos están simplemente desplazandose en su feed de Instagram, una cosa que trato de hacer es lograr que todos se detengan y observen algo por un minuto.”
Y es imposible no detenerse a mirar cuando aparece un post suyo. Cada uno de ellos yuxtapone el elaborado simbolismo de la moda con simbolismos que son cualquier cosa menos eso. Por ejemplo, empalma la imagen pulida de Kate Moss con el Alien de H.R Giger. Resultan escandalosos en medio de una serie de fotos cuidadosamente curadas para lucir “bonitas”.
Llenos de violencia gráfica o sexualmente sugestivos, el exceso de sangre que vemos demuestra vulnerabilidad, debilidad y la fragilidad del cuerpo humano. Abraham quiere transmitirnos un mensaje incluso más profundo: plantea una crítica social a los estándares que aceptamos pasivamente y al consumismo. Dijo sobre cómo nació el proyecto: “creo que fue como tratar de econtrar una forma de sobresaltarme a mí mismo o de tener la experiencia de un momento de mirar algo cautivante. Y creo que es bueno cuando tenemos la urgencia de hacerlo.”
Su primer experimento con el fotomontaje fue un tríptico de publicidades de Céline, fotografiadas por Juergen Teller con Daria Werbowy y amalgamadas con imágenes de bondage.
Desde entonces, ninguna marca se encuentra libre de ser manipulada por Abraham. Ha combinado Prada con manga, transportado las macabras criaturas de Matthew Barney hasta Dior y ha contrastado la serenidad de Calvin Klein con el más obsceno S&M. Además, alineado con su crítica, el artista y sus apropiaciones retuercen el concepto de logomanía, que ha resurgido hace ya unos años gracias a marcas como Alexader Wang y Moschino para llevarlo a otro nivel. “Los logos resultan interesantes para mí y lo que hago y de alguna forma lo hace más fácil para mí. De todos los elementos que retiro de un anuncio, los logos siempre se quedan.”
Apesar de que estamos en una era en la que las grandes marcas de lujo cuidan exageradamente cada detalle y aspecto del manejo se su imagen, Abraham se ha enfrentado a una resistencia sopresivamente pequeña hacia sus collages transgresores y descontextualizaciones —Riccardo Tisci ha resposteado en su propia cuenta los posts con el logo de Givenchy. Incluso, Next Management contrató al artista para refrescar su paquete de presentación de modelos (tarjetas para castings) en la primavera 2015. Las chicas top de Next —Aline Weber, Suvi Koponen, Lily McMenamy, Arizona Muse, Meghan Collison y Binx Walton entre ellas — recibirían un par de imágenes: una cortada y reconstruida por Abraham y la original con la información de la modelo.
Faith Kates, la fundadora de Next Management y vieja amiga de Doug, venía pensando hace tiempo en una forma de mejorar y actualizar los paquetes de casting de su agencia. Dijo: “Seguíamos volviendo a las imágenes de Doug. Son tan poderosas e inteligentes. La mayoría de las imágenes que usa son tomadas de editoriales incónicas que todos admiramos a través del tiempo.”
Doug Abraham tiene un poco más de 40 años. Estudió escultura en San Francisco. Su primer contacto con la moda fue cuando trabajaba en tienda de culto underground (frecuentada por Chloe Sevigny) en los 90’s. Estaba absorto en la contracultura y su moda.
Seguir tendencias mainstream jamás fue su zona de confort. Así, empezó Bess como una marca de joyería en el 2000, nombrándola por su esposa, Elizabeth. Luego se expandió a moda vintage y accesorios. Ahora Bess es una institución punk que opera en el antiguo Pop Shop de Keith Haring en Soho, Nueva York. Cansado de postear fotos genéricas de su tienda, decidió que era momento de alborotar a los usuarios y nació @bessnyc4, proyecto de arte. Al principio, sus posts eran borrados por el contenido sin censura. Ahora, potente, vulgar y hermosa, se ha vuelto una cuenta de culto con 105k seguidores.
“Todo en la moda se vuelve tendencia realmente rápido [y desaparece con la misma velocidad] y yo quiero hacer una contribución que sea especial y que dure.”