El famoso Museo de Arte Moderno /MoMA/ de Nueva York, inauguró el pasado 14 de setiembre la mayor exposición de esculturas del artista español Pablo Picasso. En la muestra podemos ver cómo ésta disciplina se adaptaba al temperamento del genio.
“Picasso era inquieto y temperamental, así que la escultura iba con él. No es como pintar, donde se tiene que esperar a que la pintura seque para continuar”, comenta Ann Temkin, una de las comisarias de esta exposición que estará abierta hasta el 7 de febrero del 2016.
Pablo Picasso se vuelve escultor de forma autodidacta, y, fue además un arte al cual le dedicaba mucho tiempo durante intensos periodos para luego dar paso a grandes espacios llenos solamente de pintura. La exposición, de 140 piezas, realizadas entre 1902 y 1964, reúne obras de todas partes del mundo, tanto de colecciones privadas como de organismos públicos. La mayoría de estas viene principalmente del Museo Nacional de Picasso, en París. Varias de las piezas nunca habían sido mostradas anteriormente en Estados Unidos.
La muestra ofrece al público la posibilidad de adentrarse en un aspecto de la carrera del artista español poco conocida aunque igualmente influyente en el arte del siglo XX y XXI. Creo que la mayor característica de esta exposición es el placer puro que sintió Picasso en el proceso de la invención y la experimentación.
Durante el curso de seis décadas, Picasso redefinió los términos de la escultura una y otra vez, se acercó a la escultura dispuesto a romper las reglas preestablecidas y lo logró, teniendo hoy en día, un éxito rotundo.
