Inspirada en la filosofía de Iris Apfel, decoradora de interiores e ícono del estilo personal, que insiste con que “más es más y menos es aburrido” (more is more and less is a bore), pero fiel a su propia esencia minimalista, Andrea Llosa presentó una pasarela cargada de concepto, gratamente sorprendente. El desfile lo abrió una mujer avanzada edad, refiriéndose a su musa, Apfel, quien tiene 94 años.
Con una puesta en escena inusual –una especie de recordatorio al juego de las sillas- las modelos que caminaban la pasarela no la dejaban, sino que se sentaban convirtiéndose en parte de la escenografía. Un toque encantador, y reafirmante de la teoría de Afpel de que más es mejor. Tomando como referencia las alfombras y tapices que la decorada diseña, Llosa trajo estampados a sus prendas, algo fuera de lo común para la diseñadora, que implica un deseo de reinvención. De la misma forma, acata la manera de “accesorizar” de Iris y propone turbantes y collares oversized: aires étnicos gracias a materiales como la madera y colores tierra. No tiene miedo a dramatizar.
En cuanto a las prendas, la diseñadora continuó la línea de los tapices, usando texturas y estampados similares. Mucho volumen y fluidez aparecen con una paleta monocromática, lo que permite a Llosa jugar con los estampados de forma sutil, manteniendo su propio estilo. Sacos estampados, bottoms vaporosos, encajes y sus clásicos pantalones harem aparecieron en tonos blancos, grises, metálicos y acentos azules. Resaltan los palazos y chaquetas conmanga tres cuartos.
En definitiva, una colección curada hasta el mínimo detalle.
