En cada célula queda grabado un registro de lo que nos ha sucedido. Todo lo que hemos vivido está necesariamente escrito en el cuerpo. La del cuerpo es una memoria compleja. El Perú es un paciente perpetuo. Las huellas de la conquista, el trauma de hace 500 años, siguen siendo visibles y lo serán por mucho más tiempo.
Tres mujeres originarias de tres lugares distintos del Perú revisan estos temas a través de sus propuestas:
María Fernanda Laso Para esta propuesta se ha tomado la tradición de las guaguas elaboradas en Arequipa, en donde también se representan personajes extraídos de la vida cotidiana como policías, bomberos o presidiarios.
Dunia Felices plantea un recorrido vital a través de arterias, caminos y el Maguey, madera utilizada en las famosas tablas de Sarhua, tradicionalmente utilizadas para la construcción de casas y en las que se contaban historias a través de escenas pintadas en ellas.
Andrea Valencia, por su lado, revisa la relación entre memoria, violencia y alimento en su pieza “vinculo tácito”. La comida como elemento de identidad y por tanto de comunidad. En ellas se puede comprender el rol de la comida durante la guerra.
Curaduría: Santiago Roose