Con el motivo de celebrar diez largos años de trabajo sostenido, el colectivo Transito- Vías de Comunicación Escénica realiza un nuevo montaje basado en la dos temas de carácter primitivo pero trascendentales hasta el día de hoy para la supervivencia del ser humano: convivencia y unión. La presente función se encuentra dirigida por la coreógrafa y bailarina Mónica Silva y se presenta en el nuevo museo de la Costa Verde, el Lugar de la Memoria hasta el 31 de este mes.
A partir de aclaraciones de Silva como: “Hemos trabajado a partir de la improvisación y el movimiento” y “El grupo está conformado por actores, no bailarines profesionales, que están expuestos a patrones de movimiento y a una exploración a través de este”, se concluye el esfuerzo por caracterizar la obra por una muestra primitivista y esencial, la cual se apoya en el interés por el inconsciente para consolidar la ausencia de una narrativa a través de la fluidez de los movimientos. “No tanto la construcción de personajes. No hay una narrativa. El movimiento codifica la exploración basado en repeticiones”, cuenta Silva.
¿Cómo, entonces, materializar el miedo y la violencia a través de movimientos? “Cada actor tiene una escena y la ejecución que realizan con sus cuerpos va apareciendo dentro del proceso. Se implementan, así, situaciones tipo”, explica Silva. La conquista del símbolo más allá de lo tangible.
Por medio de las características mencionadas, el montaje explica los tránsitos y ciclos del ser, definidos por la aceptación personal y del otro para lograr vivir en una sociedad que promueva la convivencia pacifica desde el reconocimiento y la valoración de la diferencia.
Otra de las características del montaje es la ausencia de la palabra, la invitación a una interpretación abierta, la abstracción en el movimiento. “La música, por otro lado, fue un elemento accesorio, usado de forma funcional. Sirvió para dotar de dinámica y rítmica, mas no para dar forma a las interpretaciones”, destaca Mónica. Convivencia en movimiento.