Andrew Mueller describió a Cuba como si fuera “Corea del Norte con palmeras” y aunque muchos podrían no estar de acuerdo, lo cierto es que cuesta creer que tan bellas vistan pertenezcan a un lugar cuyo tiempo se ha parado hace ya unas décadas por asuntos de economía y política.
Sin embargo (y muy a pesar de ello), existen atractivos como sus tropicales playas, el magnífico edificio del Capitolio, la vista impresionante del Hotel Nacional o incluso los mismos autos de antaño que circulan con regularidad. Cuba mantiene esa brisa sesentera y configura cierta impermeabilidad al paso del tiempo.
Otro de sus atractivos es Floridita, también conocido como El Floridita, un bar y restaurante de la ciudad de La Habana, que se hizo mundialmente famoso gracias al escritor y periodista Ernest Hemingway, quien acostumbraba visitarlo con regularidad. Su eslogan es “La cuna del daiquirí”. Además se ha gestado una propuesta y movida de arte que impresiona a sus visitantes, haciéndolos partícipes incluso desde los muros de sus vecindarios.
Quienes han visitado este lugar quedan maravillados con lo bien que funciona como escape de ciudades aceleradas e intensas. Vale la pena empacar y no perderse ninguna vista de este paraíso.