Empieza la aventura con el pan de romero. Suavecito y con un sutil sabor a hierbas. La mantequilla con sal de maras le va de maravilla.
Un vino blanco de la casa que llega a la temperatura ideal. Se sienten todos los acentos en el paladar. Cuando llega el tiradito de lenguado, parece una obra de arte. Finas láminas de lenguado, pepino japonés, palta cortada en daditos y huevos de pez volador. Los sabores logran una armonía increíble con acentos marinos.
Luego llegan las conchas de abanico. Las primeras tienen mantequilla cítrica de Yuzu, Cointreau y naranja. Las otras, curry amarillo y quinua roja tostada.
Un manjar para disfrutar con los ojos cerrados. Toda la diferencia está en la preparación del curry desde el principio. Se siente homogéneo y parejo. Redondo en boca. No podíamos dejar de pedir el salmón sellado, uno de sus platos estrella. Logra un equilibrio buenísimo entre la suavidad de la palta, el crocante del pepino y el ligero picante de la chalaquita de jalapeños. Viene marinado en salsa de soya con vino dulce de arroz y semillas de mostaza para darle un toque diferente.
Arlette Eulert es la chef y mente creativa detrás de Matria. Con una personalidad curiosa, amante del buen comer y mucha paciencia, me cuenta como empezó este romance con el mundo culinario. En algún momento de su vida quería ser pintora, pero en vez de experimentar con los óleos en un lienzo, se quedaba cocinando con sus amigos. Fue en ese momento que decidió meterse a la Cordon Bleu. Aprendió muchísimo de la mano de grandes chefs como Rafael Osterling y en cocinas con influencias asiáticas como Nobu. Mientras apuntamos cada historia en esta nota, le preguntamos sobre el nombre del restaurante. “Se refiere a Madre Tierra. Y me encanta porque no solo habla de los productos, sino de pasión, amor de madre, cocina con carácter”. Se entiende rápidamente que Arlette es una experta. Se siente su dedicación en cada plato y una sabiduría asombrosa por su combinación de ingredientes.
Para continuar, nos recomienda el caldo de choros con hongos ostra y miso. Viene en un recipiente de piedra hermoso con tostaditas. No me esperaba para nada semejante delicia. Una intensidad difícil de describir que representa el Umami, uno de los cinco sabores básicos que percibe el ser humano. Un concentrado finísimo casi adictivo que me dejó saboreando por minutos. “Existen muchos productos con glutamato natural que hacen que las papilas gustativas se abran y penetre todo el sabor“.
Definitivamente, la mejor sopa que probamos. Después de tremendo banquete, estamos listos para los fondos. Nos propone un filete de paiche en curry Malai Masala y una cazuela de lechón confitado con frejoles negros. El primero viene con un arroz con hierba luisa y leche de coco.
El segundo, se podría comer con cuchara. Dos platos concisos que revelan sabores maduros. Y para terminar, sorbetes refrescantes de tuna roja, manzana verde y sanky. Además, la tarta húmeda de zanahoria con helado de yogurt griego. Arlette no solo ofrece platos espectaculares en su menú estacional, sino que nos lleva en un viaje de sensaciones únicas.