Es la segunda colección para Gucci de Alessandro Michele.
El diseñador, aquí, confirma su compromiso con las siluetas de los setenta, evanescente y juveniles. La decoración del desfile en medio de un garaje en Chelsea West en Nueva York fue el escenario para que las modelos desfilaran en vestidos boho, sastres lavaliere y abrigos muy pequeños al estilo “Demoiselles de Rochefort”.
Pero la nostalgia se detiene allí, porque si las rayas, el mostaza, y el montón de flores impresas o bordadas son evidentes en una seria obsesión retro, la facilidad con que Michele combina aristócracia en su sabiduría y siluetas sensuales-audaces; actitud y androgenismo; e inspiraciones con una feminidad exacerbada, hace que elementos burgueses creen una subcultura de una modernidad extraordinaria.
Toda una sorpresa por parte del diseñador, desde su nombramiento en Enero de este año.