El día de ayer, hemos sido testigos de un Givenchy show que pasó a la historia de la moda. Sí, escuchamos, vimos y degustamos de un show de moda que demostró que el tiempo se puede detener y hacerse sentir en medio de una agitada semana de la moda en Nueva York.
La fecha del show cayó un 11.09, fecha de la más memorable para los neoyorquinos. Por ello el desfile significo mucho más que moda, fue una convocatoria donde la inclusión del público masivo fue convocada y recibida con acogida. Riccardo Tisci junto a la dirección artística de Marina Abramovic presentaron su ideal del Nuevo Mundo, en donde Tisci afirma “ No hay color,no hay sexo, ni religión”.
´´Como la directora de arte, yo quise crear algo respetable y humilde. (…) Este evento que estamos creando juntos es acerca del perdón, la inclusión, la nueva vida, la esperanza y por encima de todo, del amor´´- Carta de Marina Abramovic para Ricardo Tisci
El espacio que envolvió a modelos, celebridades y admiradores, era un ordenado laberinto con escenarios en alto y escenarios en el piso con obstáculos de por medio como escalones de madera. Todo construido con materiales reciclados con el fin de no hacer más basura. Paredes de maderas con metales, a los costados una especie de refugios o cabañas con público dentro y así mismo parte también del recorrido de los modelos.
La presencia de Kanye West con una Kim Kardashian embarazada, con el vientre cubierto por un vestido de encajes y transparencias, fueron parte de una prometedora expectativa en el desfile. La presencia de Julia Roberts con una elegancia sencilla se destacó por polo estampado con el rostro de Ricardo Tisci. Junto además de una sensual vista azul anaranjada, el desfile no fue más que un espacio lleno de percepciones y sensaciones.
En cuanto al desfile, hubo un repertorio que hizo memoria a las mejores colecciones couture a lo largo de la carrera de Tisci para Givenchy presentadas como una mistura salteada y sabrosa. Un equilibrio de tonos amarró todas las piezas que consistió básicamente en el blanco y el negro.
Siempre tan sensual, tan íntimo; las siluetas con transparencias y el chantilly invitaban a un acercamiento contemplativo del rose entre las prendas y la piel. Batas smoking, drapeados, sastre con plumas y vestidos casi interiores, en hombres, camisas translucidas, faldas y pantalones arriba de la rodilla, sastres con acabados casi lustrosos y con accesorios de máscaras y piercings: Ricardo nos presentó a la tribu Givenchy.
De manera representativa, quizás el vestido negro que desfiló Joan Smalls con alusión a un envoltorio de apariencia de un musgo pomposo que va trepando lentamente hacia ella, hacía referencia a la sacerdotisa de dicha tribu.
No podemos dejar de mencionar la música proveniente de seis diferentes culturas y religiones, cerrando el desfile con una solemne pieza de Schubert: el Ave María.
