EDITOR INVITADO: JOSE VILCA

Hablamos de Moda, Género e Individualismo con nuestro Editor Invitado, el diseñador peruano Jose Vilca.

Por Jose Vilca, Fotos de Joel San Miguel | 5 marzo, 2016

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A fines de 2014, luego de presentar mi tesis y terminar mi carrera, decidí crear una plataforma de diseño llamada Dhosis, la cual representa no sólo mis ideales, mi tiempo y trabajo, sino también el de personas a quienes considero muy talentosas, y con quienes considero estamos iniciando un mensaje social de igualdad y feminismo a través de la ropa.

Ahí compartimos muchas experiencias, opiniones, gustos, entre otras cosas, que luego se juntan para desarrollar colecciones que no están dirigidas hacia un público objetivo, ni mucho menos un género. 

Formamos parte de un movimiento actual, quizás nuevo en Lima, pero que desde hace muchos años, marcas como Hood by Air, Vetements, Gypsy Sport, son responsables de esto, desde lejos, y de alguna forma, quienes a este punto vienen protestando en silencio por problemas sociales y la forma en que la mayoría se refiere a la moda.

Va más allá de lo que la industria suele mostrarnos, y de lo que finalmente nos alimenta.

Hace unos días, estuve revisando y a la vez editando las fotos de un proyecto que hice hace poquísimo tiempo, están bien interesantes y dinámicas. El concepto se aleja un poco de lo estético, o va por lo aesthetic, y lo más cool, todos los personajes (o modelos) son mis amigos. Todos llevan jeans, y topsitos noventeros que llegan a la cintura, bien Destiny’s Child, y exactamente iguales a los que vengo usando últimamente.

Unos topsitos los cuales no entiendo por qué se me ocurrió usarlos recién ahora, y que por alguna razón, al inicio me costó salir con ellos.

 

Me hicieron pensar también, acerca de cómo el estilo se va definiendo de acuerdo a nuestra educación, las influencias y el entorno.

¿Qué hubiese pasado si los usaba cuando tenía 10 años? ¿Qué hubiese pasado si de pronto cogía una falda y me la ponía? Puede que en algún momento se me haya cruzado la idea, pero finalmente nunca lo hice, y sobretodo, me doy cuenta que hay algo tremendo detrás de eso.

Algo que empezó quizás en el nido o colegio. Algo que absurdamente estaba obligado a usar y que de pronto se involucró dentro de mi definición por sexualidad, y además, arrastró conmigo muchas ideas que desde hace poco tiempo, no sé cómo, cambiaron completamente. Los uniformes, por ejemplo. Y me enfoco hacia la manera en que este se enredó dentro de mis gustos, mi aspecto, mis emociones, mi comportamiento.

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Un uniforme para hombre, y uno para mujer. Es decir, mi sexo estaba ligado hacia lo que debía y no usar. A lo que hacía verme bien, o mejor, o peor. Yo no tuve elección, a mí me tocó un survival pack que incluía: 1 Pantalón, 1 Camisa, 1 par de zapatos, 1 corbata y 1 manual de instrucciones especificando que, en caso no lo llevase completo, perdía además, un día de clases.

 

¿Por qué? ¿Eso hacía que sea una persona más respetada? ¿Más “correcta”? ¿Me hacía ser más consiente acerca de quién soy y de lo que mi cuerpo representaba para mí? ¿Acaso eso ayudó a construir mi identidad? ¿Al menos en la forma que yo hubiese querido y en la cual me hubiese sentido más cómodo? O, personalmente, me hacía ver más masculino?

 

Es triste pensar que este tipo de situaciones suceden muy cerca de nosotros, pero más triste e incómodo aún, es darte cuenta que todo empieza en nuestros hogares. Es común, y es increíble cómo la sociedad te va susurrando la forma en la que te deberías comportar, hablar, caminar, vestir, y más allá, lo que deberías ser.

 

El caso de los uniformes es uno de los tantos factores, y puede leerse muy insignificante, tal vez, pero si ese elemento afecta de cierta manera nuestro comportamiento y la relación con nosotros mismos y quienes nos rodean, imaginemos entonces todo lo que lamentablemente nuestras familias, la sociedad, y la educación en nuestro país, empezando por aquí, viene cometiendo desde siempre, y que por algún motivo, está presente cuando nos preguntamos acerca de quiénes somos y más aún, lo que nos merecemos de acuerdo a nuestra imagen.