EL NUEVO CAMINO DE LA MODA

Reflexionamos sobre la Creatividad y Justicia Social en la Moda local e internacional para traer cambios y mejoras al mundo.

Por Nicole Balansky, Fotos de Alexander Neumann | 25 diciembre, 2015

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Las marcas de fast-fashion más grandes del mundo han llegado al Perú de forma intempestuosa: H&M y Forever 21 tienen sus tiendas más grandes de Sudamérica en el centro comercial Jockey Plaza. Con su constante renovación de mercadería y su sorprendente (aunque ya no tan sorprendete) capacidad de copiar tendencias a una velocidad altísima, estos gigantes atraen a un inmenso número de consumidores que se dejan seducir por los bajos precios que marcan sus etiquetas.

Hasta el día de hoy, se infiere que para tener un precio bajo, el proceso de producción es sospechoso y debe ser cuestionado, pero cuando aparece una excepción que no solo refuta la regla, sino cuestiona todo lo previamente establecido, no podemos dejar de preguntarnos: ¿Es posible que lo que hasta ahora se consideró la única forma de hacer las cosas no sea así? Y en este caso específico, ¿puede ser posible ofrecer precios bajos y obtenidos con procesos íntegros y responsables?

El fast-fashion plantea uno de los dilemas más temidos y estremecedores en la industria de la moda: la ética de sus integrantes. Usuarios, periodistas y hasta CEO’s -si es que no lo saben ya de antemano- temen hacerse preguntas como “¿Quién hizo mi Ropa?” pues, intuyen que la respuesta es precisamente lo que nadie quiere oír.

Que no existe trazabilidad, que los talleres se lavan las manos tercerizando labores, que es imposible detectar el trabajo esclavo y nada responsable de esos tercerizados, que el nivel de contaminación que produce esta industria está entre los cinco más altos del mundo… Pero barrer los temas debajo de la alfombra no los desaparece, solo les da espacio y tiempo para crecer.

Miuccia Prada lo dijo clarísimo en una entrevista en WWD: “con ropas que cuestan tan poco, tienes que preguntarte por qué cuestan tan poco. Porque nadie nunca se lo cuestiona”.

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En la misma entrevista, explica por qué Prada jamás realizará una colección en colaboración con H&M u otro retailer de moda rápida, y es que no solo le preocupa la cuestión ética; dice la diseñadora que “si tuviera una ingeniosa idea para hacer moda que cueste menos pero que no fuera una mala copia de otra cosa, con un criterio y forma de hacer las cosas completamente diferente, lo haría.”

Y de repente, aparece un proyecto como Pietà. ¿Será que Thomas Jackob, diseñador creador de la marca, encontró la ingeniosa idea de la que habla Miuccia Prada? Pietá no es fast-fashion, o sea que no pretende bajar pasarelas a la velocidad de la luz, ni bajarlas del todo, pues no copia tendencias ni diseños. Tiene su propia propuesta, estética y línea.

Es su propio universo. Y ofrece que, si bien, no marcan ridículamente bajos como los de Forever 21, son accesibles y realistas. Como dijo Miuccia Prada en la entrevista mencionada anteriormente: “la gente que es izquierdista intelectual, ellos dicen que soy cara y horrible ‘¿Cómo puedes vender ropa a ese precio?’ Simplemente, ese es el costo. Si le pagas a la gente para que hagan todo de la forma correcta, las cosas son caras. Y lo mismo para los que critican los ambientes peligrosos de producción, cuando se trata del costo, les gustan las cosas baratas porque piensan que es más democrático. Este es un ejemplo de hipocresía.”

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Thomas Jackob trabaja de la mano con los chicos de las cárceles y juntos han logrado este proyecto innovador, irreverente y rompedor. Una marca de moda ética es aquella que se rige por normas morales, se enfoca principalmente en el aspecto social. Sin embargo, otros enfoques abarcan también la sostenibilidad ambiental y económica.

Consecuentemente, Pietá es una marca que tiene en cuenta las condiciones de trabajo, la dignidad de los colaboradores, el empoderamiento y justicia social (buscan ayudar a los chicos con un tema tan complicado como la reinserción social) y la sostenibilidad económica para que el proyecto sea viable a la largo plazo. De la forma más completa de todas, la ética, la responsabilidad social y la sostenibilidad no son temas a los que ocasionalmente se les presta atención (como sucede con la mayoría de programas de RSE) sino, son las arterias principales que dan vida a este proyecto.