Basta con abrir cualquier web de tabloids en internet, revisar unos segundos los trend topics de twitter o prender la televisión al llegar a casa. El mundo de los medios se ha alineado de una manera tremenda, de modo que la viralización de ideas se ha convertido en un acuerdo implícito entre los que lo cuentan y los que lo generan.
Este es el punto de equilibrio que ha sabido lograr Kim Kardashian y por lo ello creo que me sorprenderá siempre para bien. Más allá de los escándalos que ha, hace y seguirá protagonizado, la imagen de esta mujer de curvas pronunciadas que hoy por hoy viste Givenchy, Balmain y Prada; es el símbolo por excelencia de cómo alguien puede virar de ser algo que muchos calificarían como trashy a super-fashion-icon.
Aunque muchos atribuyen su buen gusto para vestir a Kanye, quizá no se lo deba solo a él: el mismo Riccardo Tisci —íntimo amigo de la pareja, ha declarado que le gusta probar en Kim lo mejor de sus colecciones. Y si parafraseamos a Diane Vreeland, “give to people what they never knew they wanted“, entonces parece que la idea de un estereotipo de mujer, que se contrapone arremetidamente contra la esbeltez, ha dado en el clavo del social-media-awareness.
Después de esto, el mundo mediático parece ser un camino no delimitado, y la moda, parece reafirmarse como un espacio para la creación de la propia de la identidad.