Entre las vistas de un paisaje reseco y los rayos del sunset dorado, Louis Vuitton presentó su colección Crucero 2015-16 en el desierto de Palm Springs. Específicamente, la cita fue en la casa del actor británico Bob Hope, mansión modernista –construida en 1973 por el arquitecto John Lautner con el propósito de recrear una erupción volcánica– que Nicolas Ghesquière, Director Creativo de la marca, conoció en un viaje 15 años atrás.
Entender la elección de escenario, una casa ubicada en uno de los picos más altos de Palm Springs, resulta fácil al ver la colección; “la paradoja de la arquitectura brutalista y el refinamiento del interior, me inspira. Amo la idea de lo suave y lo rígido al mismo tiempo”, comentó Ghesquière.
El impactante desfile, de aire muy setentero jugó con esta mansión modernista. Ghesquière hizo referencia a la mezcla de estilos que encontró en el interior de la propiedad de Hope, donde el contraste del brutalismo arquitectónico con una cierta dulzura, se refleja en el estampado de mariposas de uno de los cuartos de baño y las zonas verdes de alrededor de la piscina cubierta, mientras que el hormigón y la piedra del desierto constituyen el núcleo central de la casa. Con esta idea, el diseñador presentó una colección alegre y dramática pero sofisticada, dónde el glamour vintage fue renovado con un toque moderno.
El desfile abrió con maxivestidos fluidos y maxi faldas, que acompañaban los pasos determinados de mujeres resueltas, de cabeza herguida. Blusas fluidas, cortadas drásticamente a la altura del midriff con cinturones grandes de cuero, con tachas y hebillas. Paneles de cuero y cierres contrastados con estampados florales y naúticos hacían referencia a la arquitectura de Lautner. Las siluetas se mantuvieron sueltas y los materiales, lujosos, con participación estelar de la seda.
Los colores fueron intensos y saturados, emparejando, por ejemplo, una soñadora felpa de color lila pastel con una casaca de cuero verde musgo y un enterizo acampanado de color mandarina. Patalones de sastre en tonos beige, blanco y gris topo trajeron toques de sofisticación, avivados con abrigos de patchwork de gamuza y chquetas color-block de lentejuelas. Añadió un toque de dulzura con cadenas de flores y margaritas bordadas y detalles femeninos se manifestaron en la suave caída de los drapeados en los hombros o en los patrones de pantalones cortos con camisas de algodón.
Desde el principio de su carrera, Nicolas Ghesquière ha llevado la antorcha del futurismo. Y este viaje tenía toda la finura y la delicadeza de la experiencia y parecía encajar de manera natural con las raíces viajeras de la marca de lujo. ” Cuando empecé en Vuitton, ya tenía el sentimiento de que la gente viajaba por el arte y que éste podría ser un viaje arquitectónico.”
